El pie plano es una condición frecuente tanto en niños como en adultos, caracterizada por la disminución o ausencia del arco longitudinal del pie. Aunque muchas veces no genera síntomas, en ciertos casos puede provocar dolor, fatiga al caminar, problemas posturales o lesiones por sobreuso.
Desde el punto de vista anatómico, el pie plano se define por la pérdida del arco medial del pie, lo que hace que toda o casi toda la planta entre en contacto con el suelo. Esto puede generar una alteración en la biomecánica de la marcha, afectando tobillos, rodillas, caderas e incluso la columna vertebral.
Pie plano flexible: Es el más común. El arco se aplana al cargar peso, pero reaparece al levantar el pie. Suele ser asintomático en la infancia.
Pie plano rígido: El arco está ausente incluso sin carga. Puede deberse a alteraciones óseas (como coaliciones tarsianas) y suele causar dolor o limitación funcional.
Pie plano adquirido del adulto (PPAA): Frecuente en mujeres mayores de 40 años, generalmente causado por disfunción del tendón tibial posterior.
No todos los casos de pie plano requieren intervención. En niños, especialmente, suele ser parte del desarrollo normal y mejora con el crecimiento. Sin embargo, es necesario actuar cuando:
Hay dolor o fatiga al caminar o hacer deporte.
Se observan alteraciones posturales.
Existe rigidez o limitación del movimiento.
El pie plano progresa con el tiempo (casos de PPAA).
Hay antecedentes familiares de deformidades severas.
Las plantillas ortopédicas son uno de los tratamientos más utilizados y accesibles. Están diseñadas para soportar el arco interno, mejorar la alineación del pie y distribuir de forma más eficiente la carga durante la marcha.
Alivian el dolor en pies, tobillos y rodillas.
Previenen lesiones por sobreuso (como fascitis plantar o tendinitis).
Mejoran la postura y la marcha.
Disminuyen el desgaste anormal del calzado.
No. Las plantillas son más efectivas en pie plano flexible y sintomático. En casos rígidos o estructurales, pueden no ser suficientes y es posible requerir fisioterapia o incluso cirugía.
Además, deben ser personalizadas: no todas las plantillas genéricas cumplen con los requerimientos biomecánicos individuales. Por eso, se recomienda su confección bajo indicación médica y evaluación podológica o biomecánica.
Ejercicios de fortalecimiento: especialmente del tibial posterior y musculatura intrínseca del pie.
Estiramiento de gemelos y tendón de Aquiles.
Calzado adecuado: con buen soporte y contrafuerte rígido.
Fisioterapia.
Cirugía (en casos severos, dolor crónico o deformidades progresivas).
El pie plano, aunque común, no debe ser subestimado si provoca molestias o limita la actividad diaria. Una evaluación médica adecuada permite definir el mejor tratamiento y prevenir complicaciones a largo plazo. Las plantillas ortopédicas son una herramienta valiosa cuando están correctamente indicadas, pero deben formar parte de un enfoque integral.