Los dedos de los pies, aunque pequeños en tamaño, cumplen una función fundamental en el equilibrio, la estabilidad y la marcha. Debido a su exposición y a la gran cantidad de movimientos que realizamos diariamente, son susceptibles a sufrir diferentes tipos de lesiones, que van desde traumatismos leves hasta fracturas complejas.
Golpes directos al impactar con un objeto o superficie dura.
Síntomas: dolor localizado, inflamación y aparición de hematoma.
Tratamiento: reposo, aplicación de hielo, elevación del pie y, en casos de dolor intenso, analgésicos antiinflamatorios.
Se producen cuando los ligamentos que rodean la articulación del dedo se estiran o desgarran por un movimiento brusco o torsión.
Síntomas: dolor al mover el dedo, hinchazón y dificultad para apoyar el pie.
Tratamiento: inmovilización parcial, reposo relativo y fisioterapia en casos más graves.
El dedo se desplaza de su posición normal en la articulación debido a un traumatismo.
Síntomas: deformidad evidente, dolor intenso e imposibilidad de mover el dedo.
Tratamiento: reducción de la luxación (colocación del hueso en su sitio) por un especialista, inmovilización temporal y control radiográfico.
Rotura parcial o total de uno de los huesos de los dedos, generalmente por aplastamiento, golpes directos o caída de objetos pesados.
Síntomas: dolor agudo, inflamación, hematoma, dificultad para caminar y deformidad en casos graves.
Tratamiento: en la mayoría de los casos, se realiza inmovilización con vendajes o férulas, aunque algunas fracturas requieren cirugía con fijación interna.
El impacto repetitivo (como en corredores o futbolistas) o el mal calzado puede provocar lesiones en la uña.
Síntomas: dolor, inflamación, sangrado o incluso desprendimiento de la uña.
Tratamiento: cuidados locales, antibióticos tópicos en caso de infección y, en casos severos, cirugía menor para retirar parte de la uña.
Utilizar calzado adecuado, con buen soporte y espacio suficiente para los dedos.
Evitar caminar descalzo en superficies irregulares o con objetos que puedan provocar golpes.
Realizar ejercicios de estiramiento y fortalecimiento para mantener la movilidad y estabilidad del pie.
En deportes de impacto, emplear calzado específico y protectores si es necesario.
Las lesiones en los dedos del pie son comunes y, aunque muchas veces se consideran menores, pueden afectar de forma significativa la movilidad y la calidad de vida si no se tratan correctamente. Ante dolor persistente, inflamación importante o deformidad evidente, es fundamental consultar a un traumatólogo para obtener un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado.