La torcedura de rodilla es una lesión frecuente que ocurre cuando la articulación sufre un movimiento brusco o forzado, generalmente por un giro repentino, una caída, un mal apoyo o durante la práctica deportiva. Este tipo de lesión puede comprometer ligamentos, meniscos, cápsula articular e incluso cartílago, por lo que requiere una correcta evaluación médica para evitar complicaciones a largo plazo.
La torcedura de rodilla puede producirse en diversas situaciones, entre ellas:
Deportes de contacto o con cambios de dirección rápidos (fútbol, básquet, rugby, esquí).
Movimientos bruscos al caminar o correr en superficies irregulares.
Caídas o resbalones con el pie fijo en el suelo mientras el cuerpo gira.
Sobrecarga articular en personas con debilidad muscular o antecedentes de lesiones previas.
Los síntomas varían según la gravedad y las estructuras afectadas, pero los más frecuentes son:
Dolor agudo e inmediato en la articulación.
Inflamación que puede aparecer en las primeras horas.
Sensación de inestabilidad o “falla” de la rodilla.
Limitación de movimiento, dificultad para apoyar el peso corporal.
Chasquidos o crujidos al momento de la lesión.
En casos severos, la torcedura puede provocar lesiones en los ligamentos (como el cruzado anterior o colateral medial) o en los meniscos, lo que requiere un abordaje especializado.
Un traumatólogo realiza:
Exploración física para evaluar la estabilidad de los ligamentos.
Pruebas de imagen (radiografías para descartar fracturas, resonancia magnética para evaluar ligamentos y meniscos).
Historia clínica detallada para identificar el mecanismo de la lesión.
El tratamiento depende del grado de la lesión:
Reposo: evitar apoyar la pierna.
Hielo: aplicar compresas frías cada 20 minutos para reducir la inflamación.
Compresión: vendaje elástico para disminuir la hinchazón.
Elevación: mantener la pierna elevada para mejorar el retorno venoso.
Medicamentos antiinflamatorios para aliviar el dolor y la inflamación.
Fisioterapia: ejercicios para recuperar movilidad, fuerza y estabilidad.
Ortesis o rodilleras en casos moderados.
Cuando hay lesiones graves (rotura de ligamentos o meniscos) puede ser necesario un tratamiento quirúrgico, especialmente en personas jóvenes o deportistas que desean volver a la actividad física de alto rendimiento.
Realizar ejercicios de fortalecimiento de cuádriceps, isquiotibiales y glúteos.
Calentar y estirar antes de la actividad física.
Usar calzado adecuado para cada deporte.
Evitar cambios bruscos de dirección o superficies inestables.
La torcedura de rodilla no debe subestimarse. Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado son fundamentales para prevenir complicaciones como inestabilidad crónica, lesiones meniscales o artritis precoz. Ante cualquier episodio de dolor, inflamación o dificultad para apoyar, es imprescindible consultar a un traumatólogo para una evaluación profesional y un plan de recuperación seguro.