La fractura de cúbito es una lesión frecuente del antebrazo que puede afectar a personas de todas las edades. Este hueso, junto con el radio, forma la estructura ósea del antebrazo y permite la movilidad del codo y la muñeca. Cuando se fractura, puede comprometer tanto la función como la estabilidad del brazo.
El cúbito es el hueso más interno del antebrazo (del lado del meñique) y se articula con el húmero en el codo y con el radio en la muñeca. Su función principal es aportar estabilidad al antebrazo y servir de punto de inserción a numerosos músculos.
Las fracturas del cúbito suelen deberse a:
Caídas con el brazo extendido, especialmente al intentar frenar el impacto con la mano.
Golpes directos en el antebrazo, como los que pueden ocurrir en accidentes deportivos o de tránsito.
Traumatismos por torsión o accidentes laborales.
En algunos casos, la fractura puede comprometer también el radio (fractura de ambos huesos del antebrazo), lo que requiere un tratamiento más complejo.
Los signos y síntomas más comunes incluyen:
Dolor intenso en el antebrazo o el codo.
Hinchazón y hematoma en la zona.
Deformidad visible del antebrazo.
Dificultad o imposibilidad para mover el brazo o la muñeca.
En casos severos, puede observarse desplazamiento óseo o incluso una fractura abierta (el hueso atraviesa la piel).
El diagnóstico se realiza mediante:
Exploración física, evaluando movilidad, sensibilidad y circulación distal.
Radiografías del antebrazo en varias proyecciones para confirmar la ubicación y el tipo de fractura.
En fracturas complejas, puede ser necesaria una tomografía computarizada (TAC) para planificar la cirugía.
El tratamiento depende del tipo de fractura y del grado de desplazamiento óseo.
Tratamiento conservador:
Se aplica en fracturas sin desplazamiento.
Inmovilización con yeso o férula durante 4 a 6 semanas.
Controles radiográficos periódicos.
Rehabilitación con fisioterapia una vez retirada la inmovilización.
Tratamiento quirúrgico:
Indicado cuando los fragmentos están desplazados o cuando se afecta también el radio.
Se realiza reducción abierta y fijación interna (RAFI) con placas y tornillos.
En algunos casos, se utilizan clavos intramedulares.
Luego se sigue con rehabilitación supervisada.
La recuperación puede variar entre 6 y 12 semanas, dependiendo del tipo de fractura y el tratamiento aplicado.
La fisioterapia es fundamental para:
Recuperar la fuerza y movilidad.
Evitar rigidez articular.
Reeducar los movimientos del antebrazo y la muñeca.
Consolidación viciosa (mal alineamiento del hueso).
Pseudoartrosis (falta de unión ósea).
Lesiones nerviosas o vasculares asociadas.
Rigidez o limitación funcional.
Usar protectores en deportes de contacto.
Evitar caídas manteniendo buena condición física y equilibrio.
En el ámbito laboral, usar equipos de seguridad adecuados.
La fractura de cúbito, aunque común, requiere una valoración médica precisa y un tratamiento adecuado para asegurar una correcta consolidación y evitar secuelas funcionales. El seguimiento con un traumatólogo y la rehabilitación guiada son claves para lograr una recuperación completa.