Qué es la Rizartrosis?
La rizartrosis o artrosis del pulgar es una alteración degenerativa de la articulación trapeciometacarpiana (TMC) que une el dedo pulgar a la muñeca. La particular disposición de los ligamentos de esta articulación permite realizar con la mano el movimiento de pinza, que consiste en unir el pulgar con los dedos largos. Se trata de un gesto fundamental para llevar a cabo la mitad de las actividades que realizamos diariamente con nuestras manos como, por ejemplo, abrir una puerta, planchar, subirnos la cremallera o coger objetos.
Por tanto, cuando el cartílago se degenera por factores como la edad o por haber desempeñado de manera habitual durante años trabajos manuales -algunos gremios profesionales sufren mayor riesgo de padecer este problema-, podemos encontrarnos con dificultades para desenvolvernos con las tareas más cotidianas. Dolorido, rígido y con el rango de movimiento limitado, el pulgar no permite ya pellizcar o sujetar objetos, hacer pinza lateral u oponerlo de manera mantenida contra algún objeto.
Por tanto, aunque se trata de una enfermedad benigna, puede ser causa de incapacidad sociolaboral de carácter crónico y tiene una importante repercusión en las actividades de la vida cotidiana.
¿A quién afecta?
La rizartrosis es la segunda artrosis del miembro superior que mayor número de procesos quirúrgicos origina y afecta a un gran número de personas en edad avanzada. Según la Sociedad Española de Reumatología (SER), dos de cada tres españoles mayores de 65 años sufre rizartrosis. La mayor incidencia de esta patología se da en mujeres postmenopáusicas de mediana edad. Se trata de una dolencia que suele iniciarse a los 40 o 50 años, aunque hay casos de comienzo más tardío.
También parece existir una relación entre la rizartrosis y otras enfermedades como el síndrome del túnel del carpo (STC).
¿Cuáles son sus síntomas?
• El síntoma inicial es el dolor en la base del pulgar, que puede aparecer en ambas manos, aunque suele ser más intenso en la dominante. Este dolor mejora con el reposo y aumenta con el inicio del movimiento, sobre todo después de un periodo de inactividad. Una vez que la articulación está en movimiento, se suavizan las molestias, pero si la actividad es prolongada, comienzan de nuevo. Normalmente, no suele doler por la noche, salvo que la artrosis sea muy avanzada.
• En este caso, además del dolor, la destrucción del hueso y las alteraciones que sufren los ligamentos, los tendones y la cápsula articular, así como la contractura muscular que en ocasiones provoca esta patología, se produce una deformidad que muchas veces imposibilita realizar movimientos que antes sí hacíamos con esos dedos de la mano.
• En estos estadios más avanzados, la rizartrosis también provoca pérdida progresiva de fuerza.
Lo habitual es que estos síntomas estén asociados a la realización de actividades que impliquen la participación intensa del pulgar como pellizcar o sujetar objetos, hacer pinza lateral u oposición mantenida. Por lo tanto, acciones habituales y cotidianas como la preparación de alimentos (pelar, cortar, trocear, abrir botes, sujetar sartenes o platos); abrochar botones, corchetes o cremalleras; escribir durante varios minutos; planchar; abrir cerraduras con llave o tender la ropa pueden intensificar los síntomas.
Errores: hábitos qué debemos evitar
Igualmente, existen gestos que hemos de evitar en el día a día, pues pueden empeorar la evolución de la rizartrosis o sus síntomas:
• No cargues demasiado peso con las manos. Ello significa, por ejemplo, que es preferible que hagas la compra con un carrito, en vez de cargarla en bolsas.
• Evita forzar el pulgar. Por ejemplo, si llevas una maleta, es mejor que tires de ella con los cuatro dedos, no solo con el pulgar.
• Evita realizar movimientos repetitivos del pulgar durante largos períodos de tiempo, como por ejemplo, coser, escribir, cortar pollo…
• Evita en lo posible algunos movimientos que causan gran estrés sobre la base del pulgar. Por ejemplo, al servir la comida, sujeta los platos por debajo con las palmas de las manos, en vez de hacerlo entre el índice y el pulgar por los lados.
¿Cómo se trata la rizartrosis?
La rizartrosis no tiene cura, por lo que el tratamiento se basa en aliviar el dolor, frenar la evolución de la enfermedad y mejorar la funcionalidad de la mano con el fin de mejorar la calidad de vida de la persona y retrasar lo máximo posible un abordaje quirúrgico.
El tratamiento de la rizartrosis puede basarse en la prescripción de distintos fármacos -analgésicos, antiinflamatorios, corticoides o la administración de sustancias como el ácido hialurónico-, en el uso de órtesis y férulas que ayudan a descansar a la articulación o en la cirugía, aunque esta es solo la última opción. También existen programas de ejercicios para potenciar la musculatura de la mano y, por la tanto, su movilidad. En el caso de que fracasen todas estas opciones, existe, así mismo, tratamiento quirúrgico.
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