El estudio de la marcha es una herramienta fundamental para evaluar de manera objetiva cómo se desplaza un paciente, identificar alteraciones biomecánicas y orientar decisiones terapéuticas, quirúrgicas o de rehabilitación. Para obtener resultados confiables y clínicamente útiles, es importante cumplir con una serie de recomendaciones previas y durante la evaluación.
El paciente debe concurrir con ropa cómoda y liviana que permita observar los segmentos corporales.
Se recomienda el uso de short deportivo; evitar pantalones largos y ropa holgada.
El calzado debe ser aquel con el que el paciente camina habitualmente; en algunos casos se evalúa también la marcha descalzo.
Si utiliza plantillas, ortesis o calzado especial, deben llevarse para el análisis.
Es ideal revisar el desgaste del calzado, ya que aporta información valiosa sobre la distribución de cargas.
Evitar ejercicios intensos 24 horas antes.
Si presenta dolor agudo, es recomendable advertirlo, ya que puede alterar el patrón natural de la marcha.
Debe realizarse en un espacio amplio y bien iluminado, con un pasillo o pista suficientemente larga para permitir una marcha natural.
Es fundamental que la superficie sea regular y antideslizante.
Se deben registrar varios ciclos completos de marcha para evitar errores por variaciones momentáneas o por nerviosismo del paciente.
Según el centro, se pueden utilizar:
Cámaras de alta velocidad.
Plataformas de fuerza.
Sensores inerciales.
Sistemas de captura 3D.
Cuanto más completo el sistema, más fiable será el análisis de parámetros como cadencia, longitud del paso, alineación de rodillas, rotaciones y distribución de cargas.
Indicarlo previamente, ya que puede modificar la zancada e inclinar el tronco.
Es útil repetir la prueba con y sin calzado o con diferentes plantillas.
En casos de inestabilidad, es importante tener asistencia durante los primeros pasos para evitar caídas.
Registrar la simetría de apoyo y el tiempo en cada fase de la marcha.
El estudio debe ser más prolongado y supervisado de cerca.
Puede requerirse la asistencia del fisioterapeuta o acompañante.
Junto con el estudio de la marcha, se recomienda realizar:
Examen físico completo (alineación, fuerza, movilidad, reflejos).
Radiografías o resonancias, si hay sospecha de deformidades o lesiones internas.
Análisis baropodométrico, para evaluar la distribución de la presión plantar.
Evaluación funcional (test de equilibrio, test de sentadilla, etc.).
Tras el estudio, se analizan:
Fases de la marcha y su simetría.
Alteraciones en la alineación (varo, valgo, pronación, supinación).
Compensaciones musculares.
Datos objetivos como velocidad, cadencia y longitudes del paso.
Con esta información se definen:
Programas de kinesiología personalizada.
Plantillas u ortesis específicas.
Recomendaciones de calzado.
Indicaciones quirúrgicas en casos de deformidades severas.
El estudio de la marcha es una herramienta diagnóstica clave en traumatología. Una correcta preparación del paciente, un entorno adecuado y el uso de tecnología de calidad aseguran una evaluación precisa, permitiendo diseñar tratamientos efectivos y prevenir futuras lesiones.