La rotura de ligamentos es una lesión frecuente, especialmente en deportistas, pero también puede ocurrir en actividades cotidianas debido a caídas, movimientos bruscos o accidentes. Los ligamentos son estructuras fibrosas que conectan los huesos entre sí, proporcionando estabilidad a las articulaciones. Una rotura puede variar desde un estiramiento excesivo hasta una ruptura completa, lo que afecta la movilidad y funcionalidad de la articulación.
Deportes de alto impacto: Actividades como fútbol, básquetbol y esquí generan tensión en las articulaciones.
Movimientos bruscos: Giros repentinos o cambios de dirección pueden dañar los ligamentos.
Traumatismos directos: Golpes fuertes en una articulación pueden llevar a una rotura.
Dolor agudo en la articulación afectada.
Hinchazón y rigidez.
Inestabilidad o sensación de que la articulación “se sale de lugar”.
Incapacidad para soportar peso.
Ligamento cruzado anterior (LCA): Común en la rodilla, ocurre frecuentemente en deportes de contacto o con movimientos bruscos.
Ligamento colateral medial (LCM): Generalmente debido a golpes laterales en la rodilla.
Ligamentos del tobillo: Asociados a torceduras o esguinces graves.
Un traumatólogo evalúa la articulación a través de:
Exploración física para identificar dolor, hinchazón e inestabilidad.
Pruebas de imagen como resonancia magnética (RM) y radiografías para determinar la extensión de la lesión.
El tratamiento depende de la gravedad de la rotura:
Grado 1 (leve): Reposo, hielo, compresión y elevación (método RICE).
Grado 2 (moderado): Puede requerir inmovilización con una férula o rodillera y fisioterapia.
Grado 3 (grave): Las roturas completas a menudo requieren cirugía para reparar el ligamento, seguida de rehabilitación intensiva.
La fisioterapia es esencial para recuperar fuerza, movilidad y estabilidad en la articulación. Un programa de rehabilitación personalizado incluye ejercicios de fortalecimiento, estiramientos y entrenamiento de equilibrio.
Ejercicios de fortalecimiento: Trabajar músculos estabilizadores para proteger las articulaciones.
Técnica adecuada: Asegurarse de realizar movimientos correctos durante la actividad física.
Calzado apropiado: Usar zapatillas adecuadas para el deporte o actividad.
Calentamiento y estiramiento: Preparar el cuerpo antes de entrenar.
La rotura de ligamentos puede ser una lesión debilitante, pero con un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes logran una recuperación completa y vuelven a sus actividades normales. Consultar a un traumatólogo ante cualquier sospecha de lesión es fundamental para evitar complicaciones a largo plazo.