Las torceduras en los miembros superiores son lesiones frecuentes que afectan especialmente a personas activas, deportistas, niños y adultos mayores. Si bien muchas veces se consideran “menores”, un manejo inadecuado puede derivar en molestias crónicas o pérdida de funcionalidad. Como traumatólogo, me interesa informar sobre cómo identificar, tratar y prevenir este tipo de lesiones.
Una torcedura (también conocida como esguince) ocurre cuando los ligamentos, que son las estructuras que mantienen unidas las articulaciones, se estiran o desgarran debido a un movimiento brusco o una fuerza excesiva. En los miembros superiores, las articulaciones más comúnmente afectadas son:
Muñeca
Codo
Dedos
Hombro (aunque en esta región también son frecuentes las luxaciones)
Caídas sobre la mano extendida
Golpes durante la práctica deportiva
Movimientos forzados o repetitivos
Malos apoyos al cargar objetos pesados
Los signos típicos de una torcedura incluyen:
Dolor agudo en el momento de la lesión
Hinchazón localizada
Dificultad para mover la articulación afectada
Hematoma (moretón)
Sensación de inestabilidad o debilidad
Las torceduras se clasifican en tres grados:
Grado I: Estiramiento leve sin desgarro. Dolor moderado, sin inestabilidad.
Grado II: Desgarro parcial de los ligamentos. Dolor intenso, hinchazón y cierta limitación funcional.
Grado III: Rotura completa del ligamento. Dolor severo, inestabilidad marcada y, en algunos casos, necesidad de intervención quirúrgica.
Reposo: Evitar usar la articulación lesionada.
Hielo: Aplicar hielo envuelto en un paño por 15-20 minutos cada 2-3 horas, durante las primeras 48 horas.
Compresión: Usar vendaje elástico para reducir la inflamación.
Elevación: Mantener el miembro elevado para minimizar la hinchazón.
Debe consultar de inmediato si:
El dolor es muy intenso o no mejora en 48-72 horas
Hay deformidad evidente
La movilidad está muy reducida
Se escuchó un “chasquido” en el momento de la lesión
La lesión impide realizar actividades cotidianas
El diagnóstico se basa en el examen físico y, si es necesario, en estudios complementarios como:
Radiografías (para descartar fracturas)
Ecografías musculoesqueléticas
Resonancia magnética (en casos complejos)
El tratamiento puede incluir:
Inmovilización con férulas o vendajes
Antiinflamatorios y analgésicos
Rehabilitación kinesiológica
Cirugía (en casos de grado III o con rotura asociada de otras estructuras)
Fortalecer músculos y ligamentos con actividad física regular
Calentar adecuadamente antes del ejercicio
Usar calzado y equipo adecuados
Cuidar posturas al levantar objetos o realizar trabajos repetitivos
Conclusión:
Las torceduras en los miembros superiores no deben subestimarse. Un diagnóstico y tratamiento oportunos son clave para una recuperación completa y para evitar secuelas a largo plazo. Ante cualquier duda, no dude en consultar con su traumatólogo de confianza.